Así como la lluvia y la nieve descienden del cielo y no vuelven a él sin haber empapado la tierra, sin haberla fecundado y hecho germinar, para que dé la semilla al sembrador y el pan que come, así sucede con la palabra que sale de mi boca: ella no vuelve a mí estéril, sino que realiza todo lo que yo quiero y cumple la misión que yo le encomendé.

(Is 55, 10-11)

23.6.10

Dar fruto en la vida

“Es por ello de suma importancia que la celebración de la Misa, o Cena del Señor, esté ordenada de tal forma que los sagrados ministros y los fieles, participando en ella cada uno según su propio orden y grado, traigan abundancia de los frutos por los que Cristo instituyó el Sacrificio eucarístico de su Cuerpo y de su Sangre y lo ha confiado, como memorial de su Pasión y resurrección, a la Iglesia, su amadísima esposa”.